Liturgia

Solemnidades

Corpus Christi 2008 - Procesión

“Por una Patria de hermanos”

Para la composición de este guión se utilizaron textos de SS Benedicto XVI, de la Conferencia Episcopal Argentina, del Card. Carlo María Martini y del Misal Romano.

INTRODUCCIÓN: (con música de fondo)

Guía 1:
“La fuerza del sacramento de la Eucaristía va más allá de las paredes de nuestras iglesias. En este sacramento el Señor está siempre en camino hacia el mundo. Este aspecto universal de la presencia eucarística se aprecia en la procesión de nuestra fiesta. Llevamos a Cristo, presente en la figura del pan, por las calles de nuestra ciudad. Encomendamos estas calles, estas casas, nuestra vida diaria, a su bondad. Que nuestras calles sean calles de Jesús. Que nuestras casas sean casas para Él y con Él. Que nuestra vida de cada día esté impregnada de su presencia. Que su bendición descienda sobre todos nosotros. (Benedicto XVI, Homilía de Corpus Christi, 26 de mayo de 2005)
 
CANTAMOS: “Cantemos al Amor de los Amores” Mientras salen los sacerdotes, el Obispo y la Custodia.
Cuando la custodia está afuera del templo, con la música de “Te adoramos Hostia Divina”…

Guía 2:
La fiesta de “Corpus Christi” constituye una importante cita de fe y de alabanza para toda comunidad cristiana.
Es una fiesta que tuvo su origen en un contexto histórico y cultural determinado: nació con la finalidad precisa de reafirmar abiertamente la fe del pueblo de Dios en Jesucristo vivo y realmente presente en el santísimo sacramento de la Eucaristía.

Es una fiesta instituida para adorar, alabar y dar públicamente las gracias al Señor, que “en el Sacramento eucarístico sigue amándonos “hasta el extremo”, hasta el don de su cuerpo y de su sangre”.

Guía 3:
Los Apóstoles recibieron el don de la Eucaristía en la intimidad de la última Cena, pero estaba destinado a todos, al mundo entero. Precisamente por eso hay que proclamarlo y exponerlo abiertamente, para que cada uno pueda encontrarse con “Jesús que pasa”, como acontecía en los caminos de Galilea, de Samaria y de Judea; para que cada uno, recibiéndolo, pueda quedar curado y renovado por la fuerza de su amor.

CANTAMOS: “Te adoramos Hostia Divina”

Guía 3:
OREMOS
“Buen Pastor, verdadero pan,
Oh Jesús, ten piedad de nosotros”.
Guíanos por los caminos de nuestra historia.
Sigue mostrando a la Iglesia
y a sus pastores el camino recto.
Mira a la humanidad que sufre,
que vaga insegura entre tantos interrogantes.
Mira el hambre física y psíquica que la atormenta.
Da a los hombres el pan para el cuerpo y para el alma.
Dales trabajo. Dales luz. Dales a ti mismo.
Purifícanos y santifícanos a todos.
Une a tu Iglesia; une a la humanidad herida.
Une a la Patria. Danos tu salvación. Amén

Guía 1:
La solemnidad de “Corpus Christi” coincide  este año con la fiesta patria del 25 de Mayo; por eso hemos puesto como lema para la procesión: “Por una Patria de hermanos”. Qué mejor oportunidad que esta –tan providencial- para que, “desde nuestra fe acudamos a Jesucristo, Señor de la historia, y le dirijamos una súplica confiada para poner bajo su mirada protectora las preocupaciones, desvelos y esperanzas de los argentinos”. (CEA, Reunión plenaria abril de 2008)

Guía 2:
El lema de nuestra procesión eucarística es llevado por los animadores de la sociedad: maestros, trabajadores, profesionales, agentes de la salud, empresarios. Ellos son como una imagen de lo que debe ser la Patria unida, la Patria de hermanos. 

 

PRIMER BLOQUE
“La reconciliación con Dios y con los hermanos”
Palabra de Dios: Juan 20, 19-23

Cantamos: “El Señor ha triunfado aleluya, cantemos su victoria aleluya”

Guía 3
Lectura del Evangelio Según San Juan
  Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: «¡La paz esté con ustedes!».
  Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor.  Jesús les dijo de nuevo: «¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes»
  Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió «Reciban al Espíritu Santo.  Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan».
Palabra del Señor

Guía 1:
Todo este bloque con la musica y la canción “Toma mi hermano hermano…”
“¡La paz esté con ustedes!” Son las primeras palabras del Señor Resucitado a sus discípulos.
¡La paz esté con ustedes! No es tan sólo un saludo sino que expresan más bien un estado, una realidad, que es consecuencia de una presencia. Jesús resucitado, vivo y presente en medio de sus discípulos es fuente de paz y de alegría. San Pablo lo expresa con claridad afirmando que Cristo es nuestra paz.

Guía 2:
Los discípulos estaban con las puertas cerradas y la pérdida del Maestro los había hecho experimentar el miedo, la soledad, el aislamiento.
La presencia de Cristo cambia radicalmente la situación: Él trae la paz, la apertura, la alegría.
El corazón de los discípulos late aceleradamente, la emoción por la presencia del Maestro disipa las tinieblas del temor y la angustia del aislamiento. Como María Magdalena, en la mañana de aquel mismo día, los discípulos pueden ahora decir: “¡Resucitó Cristo, mi esperanza!”

Cantamos: “Toma mi mano hermano Cristo Resucito”

Guía 3:
Esta tarde, el Señor resucitado se hace presente en medio nuestro. Su presencia real y sacramental en el Santísimo Sacramento nos recuerda aquellas palabras. Cristo nos dice a nosotros: “¡La paz esté con ustedes!”.
Él está en medio nuestro y ha abierto las puertas de nuestra Iglesia Catedral para que anunciemos a los hermanos que está vivo.
Sí, Jesucristo está vivo y presente en medio de su pueblo. Hemos salido de nuestros hogares, hemos abierto las puertas de nuestras comunidades, de la Iglesia y esta tarde queremos gritar a nuestra ciudad que Cristo está vivo, que Cristo está presente, que sólo en Cristo se encuentra la Paz.

Guía 2:
¡La paz esté con ustedes! son las palabras de Señor Jesús que vienen a abrir las puertas de nuestro corazón que tantas veces se cierra por el pecado y el individualismo.
¡La paz esté con ustedes! son palabras que acarician el dolor causado por la enfermedad y la soledad.
¡La paz esté con ustedes! anuncia la nueva vida de la gracia para el corazón que se abre de par en par ante la cruz victoriosa del Señor.
¡La paz esté con ustedes! Son las palabras del Maestro que nos llama a la Reconciliación.

Guía 1:
¿Cómo podemos experimentar la paz que trae Jesucristo? ¿Cómo hacer para vivir en esa paz? El texto del Evangelio que hemos proclamado continúa:
...sopló sobre ellos y añadió «Reciban al Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan».

El Señor sopla sobre los discípulos y con el don del Espíritu Santo los convierte en instrumentos de reconciliación. Para alcanzar la paz que trae el Señor es necesario reconciliarse con Dios y con los hermanos.

Guía 2:
¿Estoy ofendido con mi hermano? Recordemos la Palabra de Jesús...

“...si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda.” Mt 5, 23-24.

Guía 3:
- Porque no vivimos la esperanza cristiana
- Porque nos falta la confianza en Dios
- Porque no acudimos con frecuencia al Sacramento de la Reconciliación
- Porque no nos preparamos adecuadamente para recibir la eucaristía
- Porque no perdonamos al hermano
- Porque no pedimos perdón
- Porque no asumimos nuestros deberes de ciudadanos
- Porque muchas veces nos gana el desinterés por las cuestiones de la Patria

Guía 2:
¿Por qué nos cuesta experimentar la paz del Señor?
¿Por qué no vivimos en paz en nuestras familias, en nuestros ámbitos de trabajo?
¿Por qué la Patria hoy no está en paz? ¿Por qué la Argentina sigue siendo víctima de los “tironeos” del poder y del tener?

La respuesta es sencilla. Porque nos cuesta dar el paso de la reconciliación que sólo es posible en Jesucristo. Porque al anteponer los intereses particulares al Bien Común nos dividimos, nos enfrentamos y tironeamos de la Patria.
Como no recordar las imágenes de hoy y de ayer, de la plaza de mayo y otros lugares en que los hermanos se enfrentan, se lastiman, se dividen...

Guía 3:
Pidamos al Señor que sople hoy sobre nosotros y nos de el Espíritu de la Reconciliación y de la unidad. Que sople también sobre nuestros gobernantes, sobre los empresarios, sobre los trabajadores, en la ciudad y en el campo. Sopla, Señor y con tu Espíritu poderoso transforma los corazones y renueva la Patria.

Cantamos: Antífona; “¡Señor haz de nosotros instrumentos de tu paz!”
Cada tres intenciones.

Guía 3:
- Para que respondamos siempre con el bien, aún a la injusticia y a la ofensa.
- Para que renovemos en nuestra vida la esperanza aun en medio de los conflictos.
- Para que con solicitud incansable y fervor de espíritu sirvamos siempre al Señor.
- Para que sepamos bendecir a los que nos persiguen y nos causan el mal.
- Para que busquemos siempre el bien, la honestidad y la verdad.
- Para que no nos de miedo anunciar y defender los valores del evangelio.
- Para que nos informemos con espíritu critico y no nos dejemos manipular por la mentira y el mal.
- Para que los diferentes sectores de la Patria se unan en la promoción del Bien Común por encima de los bienes propios y particulares.
- Para que en las familias promovamos el amor y la unidad aún a costas de grandes sacrificios.

Guía 3:
Oremos: Buen Pastor, que cargas sobre tus hombros la oveja herida.
¡Oh Jesús ten piedad de nosotros!
Tú que no dejas de llamarnos a una vida plenamente feliz.
Tú, que eres la manifestación
de la  bondad y misericordia Divina
Tú, que ofreces siempre el  perdón
e invitas a los pecadores a recurrir confiadamente a tu clemencia.
¡Ten piedad de nosotros!
En un pueblo  dividido por los desencuentros,
por las enemistades y las discordias,
dirige las voluntades
para que se dispongan a la reconciliación.
Que tu Espíritu mueva los corazones
para que los enemigos vuelvan a la amistad, los adversarios se den la mano
y todos,  busquemos  la unión.
Oh Jesús ¡Ten piedad de nosotros! 

Se repite la antífona, “¡Señor haz de nosotros instrumentos de tu paz”


SEGUNDO BLOQUE
“La Palabra de Dios, el discipulado”

Guía 1: 
En cada Misa, luego del saludo y del acto penitencial, la asamblea se pone a la escucha atenta de la Palabra de Dios.
Antes de la comunión eucarística es necesario hacer silencio, escuchar, entrar en comunión de vida asimilando la Palabra.
En este gesto sencillo el creyente abre su inteligencia y su corazón para que el Maestro le enseñe el camino que conduce a la Vida. La Palabra de Dios es, entonces, luz capaz de guiar al creyente por el camino que lleva a la plenitud y a la santidad.
La escucha atenta y dócil a la voz del Maestro es la actitud fundamental del discípulo.

Guía 2:
Como los discípulos de Emús, como la multitud en el monte de las bienaventuranzas, como María en Betania, como la Samaritana junto al pozo, queremos esta tarde escuchar al Señor.

Antífona para la lectura de la Palabra. “El Señor ha triunfado aleluya, cantemos su victoria aleluya”

Guía 3:
Mt 7, 24-27
Lectura del Evangelio según San Mateo
 Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca.
Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca.
 Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena».
Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande».
Palabra del Señor

Cantamos: “Tu Palabra, Señor”

Guía1:
El texto de Mateo que acabamos de escuchar nos recuerda la enseñanza de Jesús y mediante la simpleza de una comparación nos ayuda a descubrir que es necesario edificar nuestra vida sobre su Palabra.
Jesús compara a quien escucha y pone en práctica su palabra, con el hombre sensato que construye su casa sobre la roca. Mientras que el insensato que no escucha su Palabra se parece a quien construye sobre la arena.

Guía 2:  
Cuántas veces experimentamos que nuestra vida se conmueve en sus cimientos. Cuantas veces por no discernir a la luz de la Palabra de Dios hemos hecho malas elecciones y hemos lastimado a otros o a nosotros mismos.
Pasa lo mismo con nuestras familias: muchas veces tomamos conciencia de que cuesta lograr la unidad y la paz que deberían reinar en nuestros hogares; por el contrario nos sorprenden las faltas de paciencia, de alegría, de apoyo y aliento mutuo.
¡Cuánta necesidad tenemos de la orientación segura de la enseñanza de Cristo!
¡Cuánta necesidad tenemos de afirmar nuestras vidas, nuestros proyectos, nuestras familias, sobre la roca firme que es Cristo y su Palabra!

Guía 3:
Lo mismo pasa con la Patria. ¿Tiene nuestra Patria la Palabra de Verdad como cimiento?
¿Se levanta segura sobre los pilares de la justicia, sobre la promoción integral de todos los hombres, sobre la promoción y el cuidado de la familia, sobre el respeto por las instituciones. Se edifica la Patria, sobre la verdad y el Bien?

Guía 2:
A través de nuestro compromiso ciudadano Cristo quiere proclamar la Buena Noticia, también hoy. El quiere ayudarnos a poner cimientos firmes a nuestro país.
• Cristo quiere que se escuche por nuestra voz la Buena Noticia de la Dignidad de la Persona.
• Cristo quiere proclamar también hoy la Buena noticia de la Vida, desde su inicio hasta su ocaso natural
• El Señor nos envía a promover el altísimo valor de la familia como santuario de la vida y del amor.

Guía 1:
La Palabra del Señor ha de ser la roca firme sobre la cual se afirme: nuestra vida, nuestra familia y nuestra Patria.
La Palabra del Señor ha de ser lámpara para nuestros pasos y luz que ilumine nuestro camino.

Guía 2:
Señor, tus eres el Camino, la Verdad y la Vida, manifiéstate en esta tarde y guíanos

Cantamos: “Yo soy el camino”

Guía 3:
Oremos
Buen Pastor que conoces a tus ovejas y ellas conocen tu voz.
Te suplicamos: Danos tu Espíritu, Señor.
Para que podamos ser testigos de tu Palabra
y decir palabras verdaderas,
capaces de nutrir a los que las escuchan.
Danos tu Espíritu, Señor.
Para que podamos leer tu escritura y gustarla,
sentirla arder dentro de nosotros
y transmitirla a los demás.
Danos tu Espíritu Señor.
Para que tu Palabra nos enseñe 
A dialogar  como hermanos.
Danos tu Espíritu Señor.
Para que en  toda nuestra Iglesia
Las palabras, los gestos, las funciones,
Los ritos, los sacramentos, las celebraciones,
Sean alimento de la fe, para todo nuestro pueblo.
Danos tu Espíritu Señor.
Para que los argentinos encontremos en el cumplimiento de tu Palabra
Los cimientos firmes para construir
Una Patria de hermanos.
¡OH Jesús, ten piedad de nosotros! Amen.


TERCER BLOQUE
“Sacrificio y comunión”

Antífona para la lectura de la Palabra: “El Señor ha triunfado aleluya, cantemos su victoria aleluya”

Jn 6, 35.53-56

Guía 2:
Del Evangelio según San Juan
«Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed. (...)
Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.»
Palabra del Señor

Guía 1: 
Jesús, vivo y presente en medio nuestro, nos vuelve a decir: “Yo soy el pan de Vida”. Es este pan de vida quien nos hace caminar en esta tarde y quien nos mantiene en el camino de la vida.

Comienza instrumental de “Ubi Caritas”

Guía 2:
¿Hay acaso otro alimento capaz de dar la fuerza necesaria para alcanzar la vida en plenitud? ¿Hay acaso otro alimento capaz de saciar el hambre de felicidad que llevamos en nuestro corazón?
La voz de Jesús vuelve a resonar en las calles de nuestra ciudad y en cada rincón de la Patria:
“El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed.”

Guía 3:
Cuando Jesús nos dice “Yo soy el Pan de Vida” nos indica que Él mismo, su propia vida, está contenida en este alimento. Al contemplar y adorar la Eucaristía contemplamos la belleza de Cristo, su vida entera entregada por nosotros.
Al contemplar con fe el Santísimo Sacramento del Cuerpo de Cristo podemos contemplar cada gesto del Señor: su ternura con los pobres y los niños; su misericordia para con los pecadores; su cercanía a cada enfermo y su poder que sana; su gestos de servicio; su amor hasta el extremo por cada uno de nosotros. Contemplando la Eucaristía con fe y devoción podemos ver la cruz y al Señor que entrega su vida por nosotros en ella.
Con san Pablo podemos decir en esta tarde: vivo de la fe en el Hijo de Dios que me amó y se entregó por mí.

Guía 2:
Dice san Agustín:
¡Oh sacramento de piedad!, ¡Oh signo de unidad!, ¡Oh vinculo de caridad!

Por eso al adorar el santísimo sacramento esta tarde por las calles de nuestra ciudad mostramos a todos un signo elocuente de unidad y los invitamos a entrar en el misterioso vínculo de la caridad.

Comenzamos a cantar: “Ubi Caritas”

Guía 1:
• ante tantos enfrentamientos y peleas
• ante tanta soberbia y orgullo que dividen
• ante tanta prepotencia y desprecio
• ante la inseguridad y la violencia
• ante el flagelo de la droga y de las demás adicciones

(Ubi Caritas)

Guía 1:
• ante tanta indiferencia frente al que sufre y esta solo
• ante tanta frialdad con el pobre
• ante tantos niños en la calle
• ante la falta de educación
• ante el drama de la salud

      (Ubi Caritas)

Guía 1:
Cuánta necesidad tiene la Patria, que se acerca a su bicentenario, de signos de unidad y de gestos de caridad. Que hambre de justicia y que sed de solidaridad.


Comienza instrumental antífona sobre la Iglesia

Guía 2:
El alimento eucarístico no se transforma en nosotros como los demás alimentos; sino que nosotros nos transformamos en Él. Así, este sacramento acrecienta día a día la comunión con el Señor. Por la comunión eucarística nos vamos configurando con Él.
Esta comunión con el Señor acrecienta, a su vez, la comunión de todos los que formamos su Cuerpo, que es la Iglesia. Por eso la Eucaristía hace la Iglesia.


Guía 3:
En esta tarde de adoración y alabanza te damos gracias Señor por la Iglesia y te pedimos que nos ayudes a poder asumir la responsabilidad eclesial en cada una de nuestras comunidades. Danos poder contemplar este misterio de amor que es la Iglesia y del que somos parte a la vez que estamos llamados a ser constructores.

Cantamos: “¡Canta a tu Señor Iglesia Santa, canta a tu Esposo y a tu Rey!”

Guía 1:
Bienaventurada tú, Iglesia, ¡porque eres misterio!
Bienaventurada tú, Iglesia, ¡porque eres pueblo de Dios!
Bienaventurada tú, Iglesia, ¡por tu jerarquía!
Bienaventurada tú, Iglesia, ¡por tu laicado!

Bienaventurada tú, Iglesia, ¡por tu santidad!
Bienaventurada tú, Iglesia, ¡por tus religiosos y religiosas!
Bienaventurada tú, Iglesia, ¡por tu destino eterno!
Bienaventurada tú, Iglesia, ¡por tu Madre María!

Bienaventurada tu, Iglesia, ¡porque iluminaste con el Evangelio los comienzo de la Patria!
Bienaventurada tú, Iglesia, ¡porque cuando la paz con los hermanos chilenos estaba amenazada, oficiaste de mediadora evitando que se derramara sangre de hermanos!
Bienaventurada tú, Iglesia ¡porque en los momentos más difíciles, cuando amenazaba la disolución de la nación, llamaste al dialogo y construiste espacios de encuentros!
Bienaventurada tú, Iglesia, ¡porque cuando se apagó la esperanza en el Pueblo Argentino, movilizaste todas tus fuerzas de caridad, para alimentar, para abrigar, para escuchar, para educar, para encender la llama del Amor vivo, en el corazón sufriente del pueblo!

Guía 3:
Oremos
Buen Pastor que das la vida por las ovejas.
Tú eres nuestro Señor y nuestro hermano.
Manifiestas tu amor
para con los pobres y los enfermos,
para con los pequeños y los pecadores.
Nunca permaneciste indiferente
ante el sufrimiento humano.
Que todos los miembros de la Iglesia
sepamos discernir los signos de los tiempos
y crezcamos en la fidelidad al Evangelio;
que nos preocupemos de compartir en la caridad las angustias y las tristezas,
las alegrías y las esperanzas de los hombres,
y así les mostremos el camino de la salvación.
¡OH Jesús, Buen Pastor, Ten piedad de nosotros! Amen


CUARTO BLOQUE
“La Misión”

Texto Bíblico: Mt 28, 16-20

Antífona para la lectura de la Palabra. “El Señor ha triunfado aleluya, cantemos su victoria aleluya”

Guía 2:
Del Evangelio según San Mateo
Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado.  Al verlo, se postraron delante de el; sin embargo, algunos todavía dudaron.
 Acercándose, Jesús les dijo: «Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo».
PALABRA DEL SEÑOR

Guía 1:    
En esta escena final del Evangelio según san Mateo se relata el último encuentro del Señor con los discípulos. Ellos acuden a la cita con Jesús, en Galilea. Se postran ante la belleza del Señor resucitado y escuchan las palabras con las cuales el Señor les participa su poder de hacer discípulos a todos los hombres. El Señor transforma a los discípulos en misioneros y les promete su presencia hasta el fin del mundo.

Guía 3:
Hoy nosotros hemos acudido también a la cita del Señor. Nuestras calles se han convertido en la montaña donde el Señor se ha manifestado. Nosotros también inclinamos reverentemente nuestro corazón y nos postramos ante Él.
El nos ha convocado, El nos ha invitado a salir de nuestras casas y comunidades para asumir juntos el desafío de ser discípulos misioneros.
“Vayan, yo los envío”.  La voz del Señor nos impulsa a la misión. El Señor nos pide que pongamos nuestras manos, nuestra inteligencia, nuestras capacidades al servicio del Reino.

Guía 2:
“Hagan que todos los pueblos sean mis discípulos”, dice el Señor y resuena en nuestro corazón el deber de extender la misión por toda la Patria. Buscar a nuestros conciudadanos con la solicitud que el buen pastor busca la oveja perdida. Buscar a todos como un tesoro escondido en nuestros campos y ciudades. Buscar, anunciar, bautizar y enseñar para que los hombres y mujeres de nuestra Patria sean discípulos y misioneros.

Guía 1:
A cada intención respondemos: “¡Ayúdanos a ser discípulos y misioneros!”

- Por nuestra diócesis, para que sea una Iglesia de comunión misionera.
- Por nuestras parroquias, para que sean comunidades eucarísticas y misioneras.
- Por nuestras familias, para que sean pequeñas iglesias domesticas.
- Por nuestros movimientos e instituciones, para que fieles a sus carismas sean espacios de formación misionera.
- Por nuestros colegios e instituciones educativas, para que formen a los niños, jóvenes y adultos en una visión integral del hombre.
- Por nuestros catequistas, para que sean discípulos de Jesús y enseñen el Evangelio.
- Por nuestros agentes de caritas y de todas las instituciones de caridad, para que busquen con amor, al hermano solo y desamparado.
- Por nuestros grupos misioneros, para que animados por el mandato del Señor, caminen los barrios llevando la Buena Noticia de la Salvación.
- Por los movimientos e Instituciones “Marianas”, para que imitando el espíritu de la Virgen María, escuchen atentamente la Palabra de Dios y partan sin demora a llevar a Jesús.

Cantamos: “Alma misionera”

Guía 3:
“Yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo”. Cuánto necesitamos, Jesús, estas palabras. Necesitamos saber que estás con nosotros porque tenemos miedo. Te necesitamos porque experimentamos que nuestras fuerzas son limitadas y, a veces, pensamos que el mal está venciendo en el mundo.
Toma Señor mis manos, mis brazos, mi corazón, mi vida y mi familia que todo sirva para anunciarte, para ganar hermanos, para hacer tu obra en el mundo, para construir una Patria de hermanos.

Oración por la Patria:

  Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.
  Nos sentimos heridos y agobiados.
  Precisamos tu alivio y fortaleza.
  Queremos ser nación,
  una nación cuya identidad
  sea la pasión por la verdad
  y el compromiso por el bien común.
  Danos la valentía de la libertad
  de los hijos de Dios
  para amar a todos sin excluir a nadie,
  privilegiando a los pobres
  y perdonando a los que nos ofenden,
  aborreciendo el odio y construyendo la paz.
  Concédenos la sabiduría del diálogo
  y la alegría de la esperanza que no defrauda.
  Tú nos convocas. Aquí estamos, Señor,
  cercanos a María, que desde Luján nos dice:
  ¡Argentina! ¡Canta y camina!
  Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.
  Amén .

Sr. Obispo

Oremos
Buen Pastor, que viniste a nosotros para que tengamos vida y vida en abundancia.

Señor, Tú eres nuestra vida,
Sin ti el vivir no es vivir.
Contigo, Señor, además de las cosas, vemos la vida,
Mejor aún, la fuente de la vida.
Tú serás nuestra vida aun en la muerte;
Contigo la vida está ya en nosotros para siempre;

La promesa de que te quedas con nosotros,
Es lo que da sentido a todo lo que hacemos.
Si no vienes, si te alejas,
Nos sentimos abandonados
Señor, tu gracia, tu verdad, tu luz
Nos hacen, hombres, hijos y hermanos.

(Comienza –de fondo- la música de “El Vive” y acompaña toda la oración del Obispo. Cuando termina la oración se canta, “El Vive”)

¡Señor Tú eres el que vive, y vives en nosotros!

Tú eres la vida de la familia; de los esposos, padres, hijos y hermanos que se aman y se alimentan de tu amor en cada Eucaristía. Cuando Tú estás en la familia, el hogar es un manantial de vida y alegría.

Tú eres la vida del niño gestado en el vientre materno,

Tú eres la vida del anciano o enfermo que trancita hacia la tarde de su vida.

Tú eres la vida del campesino que trabaja la tierra con sus manos y la riega con el sudor de su frente.

Tú eres la vida del pescador, que arriesgando su vida, busca en el mar el pan para sus hijos.

Tú eres la vida del joven que estudia, trabaja y sueña con un futuro digno y prospero.

Tú eres la vida de los jóvenes que dejándolo todo te siguen en la vocación sacerdotal o religiosa.

Tú eres la vida de los jóvenes, -muchachos y chicas- que enamorados te siguen y amándose en ti van descubriendo la vocación maravillosa del matrimonio.

Tú eres la vida del trabajador: obrero, artesano, profesional, empresario, comerciante, que en el sacrificio de cada día descubren que con sus luchas y cansancios construyen la Patria.
 
Tú eres la vida de los animadores de la sociedad: de los gobernantes y políticos;  de los hacedores de cultura, de los maestros; de los artistas, de los periodistas y los intelectuales; de las organizaciones gremiales; de los guardianes de la seguridad publica: policías, bomberos y soldados. De las organizaciones del voluntariado. Todos  ellos transitando el camino del bien y la verdad son artífices de ciudadanía. 

Tú eres la vida de los pastores, sacerdotes y religiosos, Mensajeros del Don de Dios que es alegría y paz, vino nuevo que embriaga de bondad y misericordia los corazones cansados
 
Tú eres la vida del pobre en todas sus manifestaciones de miseria: del que necesita trabajo, del que tiene hambre y frió, del que no tiene vivienda, del que no puede ir al colegio, del que está enfermo, del que vive en la calle, del que está preso, del que sufre física y moralmente.

¡Jesucristo Señor de la vida! Te suplicamos,
Delante de tu Santísimo Cuerpo Sacramentado
Que hagas de nosotros
Agua que apague la sed de los hombres
Pan partido para los hermanos,
Luz para los que caminan en tinieblas,
Vida para los que van a tientas en las sombras de muerte.
 
Contigo Señor, y solo contigo, podemos hacer una Patria de hermanos, que caminando juntos como peregrinos lleguemos a la estancia definitiva la que tu nos preparaste en la Jerusalén celestial, en la casa del Padre. Amén

Bendición con el Santísimo Sacramento.

Letanías

Se hace la reserva

Canto a la Virgen (previa monición)

Guía 1:
La Virgen María, está con nosotros, ella es la Mujer Eucarística. Millones de Argentinos peregrinamos todos los años hasta su casa en Lujan, allí ella nos espera, para darnos un corazón de hermanos. Bajo su manto celeste, la Patria encuentra en María, la Madre que le dice: ¡Argentina, levántate y camina!
 
Himno Nacional Argentino

Despedida.
 


 

Centenario - 100 años Pasionaria